martes, 27 de julio de 2010

El folio en blanco

Recuerdo que hace años (ufs, bastantes ya) un profesor de la facultad nos había dicho que con el paso del tiempo a él le costaba cada vez más escribir, daba igual lo que fuera: una carta, un libro, una nota en la que dejarle un recado a alguien. Y yo pensaba ¡qué exagerado!. Hasta ese momento yo me había caracterizado por tener el "don" de ser capaz lo que fuera sin necesidad de planificar, hacer borradores, etc. Es más, ¿borradores? ¿qué era eso?. Las cosas las escribía a la primera (ni ordenador ni nada, directamente bolígrafo y papel), les echaba un vistazo por si me había comido algún acento y como mucho las pasaba a limpio. A pesar de esta aparente falta de planificación, los resultados generalmente eran bastante buenos (según mis profesores de literatura y lengua española), de hecho en más de una ocasión me pidieron permiso para publicar algunos de los comentarios o reflexiones que había hecho. He de aclarar que nunca me he dedicado a esto de escribir (eso lo dejo para mis amigos periodistas a quienes siempre he admirado por su capacidad de adaptarse a las circunstacias y realidades nuevas en cuestión de minutos), ni siquiera mis estudios o mi trabajo hoy en día tienen nada que ver con la literatura (bueno, a no ser que contemos los informes que he de redactar) por lo que seguramente a ojos de un experto todo aquello que escribía podría ser criticado con facilidad por falta de coherencia, o ideas mal expresadas. Pero para el nivel del que partía, aquello estaba bastante bien (falsa modestia).

Lo que yo no sabía es todo lo que iba a venir después. No soy una persona supersticiosa (o intento disimular mi superstición, no lo sé) pero hay cosas que intento evitar: los pensamientos del estilo "qué putada que..." o "eso es imposible..." Veamos ejemplos de lo que quiero decir:
  • Veo a una persona con un esparadrapo en la cara y pienso "jo, que putada tener que llevarlo en acontecimientos importantes" dos días más tarde me he abierto una brecha cuando mi trabajo es de cara al público, o antes de hacer las fotos de la orla de la graduación.
  • "Creo que tiraré el teléfono de tal, malo será que me llame después de tanto tiempo" Al día siguiente me llamará esa persona a la que no quiero ni ver en pintura, y evidentemente como no tenía el teléfono no pude indentificarlo.
  • "Desde luego, qué faena tiene que ser perder el avión por nada de tiempo" A los 15 minutos cuando llego al aeropuerto me dicen que mi vuelo se cerró a las 15.40 (y son las 15.41).
Ni que decir tiene que todo esto está basado en mis experiencias personales, motivo por el cual intento pensar siempre en positivo. Sin embargo a veces es inevitable, y la cagas (con persón de la expresión).
Pues bien, cuando mi profesor dijo que a él le costaba cada vez más escribir una nota, yo pensé "qué exagerado, a mi eso no me pasa". A partir de ahí todo se fue volviendo más complicado: exámenes que he suspendido por no llegar al mínimo de 180 palabras (yo tenía 178, aún ahora no me lo creo), tengo que reescribir las notas a mi jefa dos o tres veces (y sólo para decirle que la han llamado de tal sitio) y ayer.... ¡Ayer escribí una carta 5 vecesa la misma persona! Y aún así hoy la enviaré sin que acabe de convencerme. ¿Motivo?

Analizando el porqué de esta situación (escribir una carta a alguien que conoces debería de ser pan comido para mi) me he dado cuenta de que no depende de lo que tengas que contar, sino de la carga emocional o no, que vaya implícita en el mensaje. Ayer debía de contar lo mismo a 5 personas diferentes.

  • Persona 1: relación esporádica, nos caemos ni bien ni mal (relación algo aséptica) por lo que lo que tengo que decirle en 5 minutos y un folio, lo he finalizado.
  • Personas 2 y 3: relación algo más frecuente, amistad consolidada, estamos más o menos al día... en otros 5 minutos, listos.
  • Persona 4: relación de amistad con contacto poco frecuente por cuestiones que no vienen al caso, sin embargo me conoce hasta límites insospechados (a veces incluso termina describiéndome mis propios pensamientos, lo cual asusta). Mucho cariño después de los años... puede que me extienda más en las explicaciones y me deje llevar por la emoción... pero en 15 minutos su carta está lista.
  • Persona 5: la maldición se cierne sobre mi creatividad. Relación de amistad con altibajos (relación un tanto "bipolar"). Mi simpatía y dotes de comunicación brillan por su ausencia, mides comentarios, "la razón" se convierte en tu mayor crítica y tu peor enemiga, buscas el equilibrio entre lo aséptico y lo emotivo pero no lo alcanzas. 5 cartas más tarde (con sus correspondientes borradores) y muchas horas después... Te planteas si no sería mejor decir lo mismo en un post-it o simplemente no decir nada. Sin embargo soy increíblemente cabezota por lo que no importa lo que tarde, saldrá la carta. A las 3 de la madrugada la doy por finalizada (aunque confieso que el resultado no me agrada plenamente). Me niego a volver a redactarlo (aunque he soñado con el tema) y me prometo no volver a pensar que es imposible tener que reescribir una nota tantas veces.
Creo que por "burlarme"/sorprenderme de mi profesor, a veces Dios/Alá/Quien sea, me castiga. Y como no creo mucho en los fenómenos paranormales entonces extraigo otra conclusión:
Escribir por escribir no te lleva nada, hacerlo con el corazón son 10 minutos más, desde la razón es casi media vida. Y con esto, me voy a correos a sellar las cartas antes de que me arrepienta.
De verdad, compadezco a los escritores y entiendo el famoso miedo al folio en blanco. Si tengo que pasar por esto muy a menudo creo que acabaría condimentando las ensaladas con transilium en lugar de aceitunas.

jueves, 22 de julio de 2010

MLP

Creo que me he vuelto dependiente de ordenador. Es más, creo que mis ideas están condicionadas a permanecer en el tiempo sólo si tengo a mi lado un ordenador en el que teclear rápido lo que se me acaba de ocurrir o querré desarrollar. De lo contrario, desaparecerá.
Nota aclaratoria: y por paradójico que parezca, prometo (ya que mis padres me enseñaron a no jurar) que soy de esas personas a las que no les importa olvidarse el móvil en casa, que no me importa que se me sequen los pimientos de la granja durante un mes, que aún teniendo un ipod soy fan de la radio, y que la fase de adicción a los videojuegos la dejé a los 12 años.
El caso es que hoy me he dado cuenta de que me he vuelto una persona cómoda ("literariamente" hablando). Sin embargo esta regresión literaria ha dio apareciendo casi de manera imperceptible, pasando de escribir de manera compulsiva cartas de 3 folios "en mis tiempos jóvenes" a hoy verme incapaz de escribir una nota de 4 líneas porque la muñeca se me había agotado a la segunda palabra. Yo creo que todo empezó en la facultad el día que decidí que había tipos de bolígrafos con los que escribía más rápido (para muchos una manía mía), siguió con la pereza de ir a los exámenes (sí, llegué a repetir hasta 3 veces el mismo curso de la escuela de idiomas porque no me apetecía hacer la parte escrita del exámen, o porque una vez que me ponía a ello me enrollaba tanto que me pasaba en el número de palabras), hasta llegar el momento de no tomar notas mientras hago las entrevistas mientras lo memorizo para luego pasarlo a ordenador.

El problema de esto es que si bien mi memoria en cuestiones laborales es buena... en la vida real es un desastre. A veces me descubro por la calle fijándome en algún detalle inusual por el que digo "ummm, esto sería bueno para el blog". El caso es que cuando tengo tiempo para escribir (alguna noche) no recuerdo sobre qué iba a hacerlo. Creo que vagamente han pasado por mi mente en las últimas semanas las faenas de los controladores aéreos, la euforia del mundial y una reflexión sobre el último libro que he leído (cuyo final me ha mosqueado). En el momento en el que se me ocurre incluso el texto coge forma en mi mente... Pero como (afortunadamente) mis neuronas no están conectadas a un ordenador que transcriba lo que pienso, todo acaba en el olvido.

Los más prácticos me dirán ¿y por qué no lo apuntas en un papel?. Si, en algunos momentos lo he hecho, pero si no lo desarrollo justo ahí, después todo pierde fuerza. Es... como abrir una botella de champán, el primer "poc" sale con fuerza, pero si vuelves a meter el corcho en la botella para abrirlo una segunda vez no tendrá el mismo efecto.

Quién sabe, a lo mejor este sería un buen momento para empezar a hacer ejercicios para mejorar mi memoria a largo plazo (MLP), o a lo mejor todo volverá a la normalidad en cuanto coja vacaciones (tic-tac, contando el tiempo), --> lo cual me recuerda a su vez que tengo que empezar a desempolvar a mi otro yo www.abiertovacaciones.blogspot.com

martes, 6 de julio de 2010

Hipotecas en tiempos de crisis

No sé qué es preferible, si comprar un piso e hipotecar tu sueldo de por vida, o hipotecar tu vida. Lamentablemente esta es la última opción que me ha parecido vivir hoy.

No me gusta ser presa de los compromisos a largo plazo (ni a nivel personal ni laboralmente hablando). Suelo tener un plan de vida más o menos trazado a largo plazo, eso sí, pero por el camino voy haciendo pequeñas modificaciones en función de las metas que me voy poniendo a más corto plazo. Tengo la impresión de que si solo fijara mi vista en un objetivo a conseguir dentro de 40 años, vivía en una especie de desasoiego pensando que no doy avanzado. Así que mi objetivo hoy por hoy no es ir de un atracón a vivir a la China (metafóricamente hablando) sino ir estableciendo pequeñas estaciones por el camino, visitar Europa, y después si las cosas van bien pues ya nos meteremos en Asia. Si de aquí a China las cosas cambian, pues bueno, tampoco es grave, ya que habré ido haciendo pequeñas modificaciones en mi plan de viaje que me permitirán no obsesionarme con China y tener una alternativa.

Pues bien, hoy me he encontrado con una pequeña piedra en el camino entre mis deseos de evolucionar, y mis compromisos laborales. Me había planteado hacer un curso específico de formación con los mejores expertos a nivel nacional. Dicho curso me implicaba cruzarme parte de la península durante un año, pero bueno, era factible. Lo presenté a mis superiores, todo detallado, horas programadas, plan para compensar las horas que iba a faltar...
  • Respuesta verbal de mandameses: "se acercan tiempos difíciles y no puedes faltar tantos días, habrá más oportunidades. Y al fin y al cabo, ellos son buenos pero aquí también".
  • Pensamiento real de mandamases: "si claro, lo que todavía no sabes es que aquí no se va a ampliar el personal, vais a tener que currar el doble, y este curso está pensado para después hacer una selección e incorporar a los que sean mejores. No podemos permitir fugas de personal".
  • Mi respuesta verbal: no nos engañemos, sabemos que todos hacemos lo mismo pero ellos son una referencia.
  • Mi pensamiento real: evidentemente mi plan no es quedarme aquí de por vida, quiero evolucionar y claro que pienso en irme en algún momento. Sí, esta era una oportunida para preparme el camino fuera, seamos realistas.

Acto seguido sacaron de calendario, y a lo bobo a lo bobo tengo más o menos el calendario laboral cubierto hasta mayo. Todavía no he disfrutado de mis vacaciones de este año, aún no he visto el sol (bueno sí, por la ventana), he de sobrevivir a la locura de las rebajas, el síndrome postvacacional, los propósitos de año nuevo y muchas comidas familiares... estamos en julio de 2010, no sé lo que voy a comer mañana... y sin embargo ¡hoy he visto mi planificación hasta mayo del 2011! Y en ese momento fue cuando me invadió la tristeza por diarmecuenta de que estoy hipotecando mi vida. Cuando comento con mis amigos que a veces me gustaría tener una bola de cristal y saber qué será de mi vida dentro de un tiempo... no me refería a esto.

Quiero/necesito un cambio. Reconozco que a nivel laboral tengo muchos privilegios, me gusta mi trabajo (importante, motivo por el cual sigo ahí), siempre he podido organizarme como quiera, tengo reconocimiento por lo que hago (según el día), un entorno laboral bueno... Pero hay que tener inquietudes en la vida. Evidentemente tal y como están las cosas no puedo tomarme la vida en plan suicida y mañana llegar y decir que me voy (poder podría, pero no me atrevo, para qué negarlo). Por un momento logré salir del círculo de la monotonía de mi trabajo y creí que había encontrado la excusa perfecta para planificar mi salida paulatina... Pero me han devuelto a la realidad con una excusa que yo considero irreal.

Sé que esto tiene sus ventajas: no dependeré de un avión todas las semanas (lo cual también va a estar bien económicamente), no tendré sensación de cansancio físico constante, podré dedicarme a esas pequeñas cosas que si no tendría que abandonar (deporte, idiomas, etc), incluso podré ocuparme de mi vida personal que últimamente se había visto algo afectada... Pero ahora mismo me fastidian los inconvenientes.

En fin, que tendré que empezar a trazar mi plan alternativo, el cual tengo que pensar rápido, y es que a nada que te despistes hay alguien organizándome mi vida a plazo de un año (y eso, me asusta a la vez que no me gusta, yo no nací para eso). Para que luego digan que no se conceden hipotecas en tiempos de crisis...

jueves, 24 de junio de 2010

Cuestión de Divinidades, Karma y Casualidad.

Hay días que es mejor no levantarse de la cama. Bueno, tampoco es cuestión de ser trágicos, así que simplemente diré que hay días en los que los planetas se alían en tu contra y cuanto mejor quieres hacer las cosas, más imposibles se ponen. Y ese fue mi caso de ayer.

Para mi el día de ayer debería de haber consistido en lo siguiente.
De 8 a 15h ir a trabajar.
15.40 - 1ª consulta médica.
16h a 18.15h vuelta al trabajo habiendo ingerido una empanadilla y un café (poco nutritivo pero bueno)
18.45-2ª consulta médica
19h a 20.30h - el retorno a las clases de idiomas que llevo 3 meses sin pisar.

Pues la realidad fue la siguiente: después de una noche sin dormir bien y tras un agotador día laboral (por la cantidad de curro y porque me estaba asfixiando del calor) salí corriendo sin comer para la 1ª consulta médica (la cual siempre se desenvuelve con normalida). Si bien llegué 5 minutos antes de la hora, salí de allí 45 minutos más tarde de lo previsto.

Como mis compañeros ese día se tuvieron que ir a las otras oficinas mi opción de comer con ellos era imposible (además llegaría con una hora de retraso). Ante la idea de tener que comer la empanadilla en la más absoluta soledad, decidí pedir asilo político a unos amigos para comer en su casa (es que la idea de sentarme en un banco de un parque sin nadie con quien hablar me parecía deprimente). Dado que no había nadie que trabajara, decidí no ser menos y cambiar las horas de la tarde para el día siguiente. Así que mientras estaba con estos amigos pensaba "tengo sueño, quiero dormir y no me apetece ir a la 2ª consulta del día". Mi conciencia -que a veces es un incordio- me decía "no, no, tienes que ir, ¡lucha contra el sueño!". Y así hice, me levanté y fui con calma a la clínica (a la cual siempre llego tarde, pero justo ese día lo hice por adelantado).

Cuando llegué sólo había una persona delante mía (bíen, pensé, vamos en hora). Así que en un momento de confusión aparece la enfermera, le pregunta a la otra persona de la sala por el nombre y curiosamente se llamaba como yo. "Buff, que control tienen que tener, imagínate que se confunden de persona" -pensé yo-. Media hora más tarde yo seguía esperando a que me llamaran mientras que la gente que había venido detrás de mi iba pasando... Miré para el reloj, las 19.15, va a ser que voy a llegar tarde a clase. Como aquello me extrañaba y yo empezaba a impacientarme, decidí acercarme al mostrador para ver qué pasaba. Situación resumida: se confundieron de nombre y le dieron mi cita a la otra persona y yo constaba como que había pasado. Después de buscar una nueva fecha, decidí que aunque llegara media hora tarde a clase iría igual.

Corriendo (como es habitual en mi) por las calles de la ciudad llegué a clase. Subo corriendo las escaleras, recorro el pasillo laberíntico y cuando estoy a punto de entrar en clase una señora me para y me pregunta que a dónde voy... Inocente de mi digo que a su clase no, que voy a la de al lado. Situación resumida: las clases habían terminado el día anterior y como yo llevaba sin ir tanto tiempo no me había enterado (ejem). Para colmo de despistes cuando al secretaria del centro me pidió el nombre y curso del profesor con el que tenía que repetir el curso el año que viene me di cuenta que a) no me sabía el nombre del profesor, b)hay tantos niveles y tantos grupos que no sabía cuál era el mío (bueno, esto último tiene una explicación: yo sé cual es mi correspondencia de nivel según el plan de estudios europeo, pero en la escuela tienen una organización y denominación de los grupos interna que es completamente diferente). Evidentemente la señora alucinó conmigo, pero es que en el mundo hay gente que estamos, porque tiene que haber de todo.

Así que la situación quedó algo así:

De 8 a 15h ir a trabajar. // Realidad: trabajar de 8 a 15h
15.40 - 1ª consulta médica. // Consulta médica a las 16.10
16h a 18.15h vuelta al trabajo habiendo ingerido una empanadilla y un café (poco nutritivo pero bueno) // A las 17h empezaba a comer en asilo político
18.45-2ª consulta médica // A las 19.15 salgo de la clínica y sin haber pasado por consulta
19h a 20.30h - el retorno a las clases de idiomas que llevo 3 meses sin pisar. // Misión abortada a las 19.30 por finalización del curso el día anterior.

Y después de esto decidí volverme para casa pensando en por qué hay días que las cosas salen así torcidas,, con el cargo de conciencia por haber latado tanto a clase este año (el ir los últimos días tiene en mi un efecto placebo y esta vez no me salió bien) y repitiéndome una y otra vez: si la próxima vez tengo sueño, me quedaré en casa. Para aquellos que crean en el castigo divino, diré que ha sido cosa del ser celestial que ha querido castigar mi pereza inicial. Para los que sean fans del Karma, pues diremos que ha sido el malkarma en venganza a tantos meses de pereza estudiantil, y para los demás sólo habrá sido una casualidad.



sábado, 12 de junio de 2010

El orden del caos, o el caos del orden.

Hay algo en mi personalidad que soy incapaz de cambiar (bueno, hay muchas cosas, pero no es plan de hacer resaltar todos mis defectos) y es el orden. Si, soy una persona desordenada o con un caos particular, que para mi está bien, pero que al resto del mundo le puede atacar los nervios.

Lo curioso es que no siempre he sido así, y es que recuerdo en mi más tierna infancia sentarme en los primeros curso de primaria con un compañero que invadía mi espacio y era todavía más terroríficamente desordenado que yo (que ya es decir). A su lado, mi claridad en la organización de materiales era tal (en comparación con la suya, claro) que llegué a dividir la mesa en dos con una raya a lápiz y prohibirle que ocupara mi espacio. Sin embargo, el castigo divino por aquella tan mala hazaña y por no comprender a mi prójimo empezó a manifestarse... y hasta el día de hoy.

En el colegio, después en el instituto y más tarde en la universidad, llegaba a clase y no habían pasado 2 minutos, que mi mesa estaba repleta de papeles sin orden (bueno, yo lo encontraba todo). Veías las mesas que me rodeaban y todas eran organizadas: los folios unos encimade otros sin sobresalir una esquina más que la otra, los estuches perfectamente alineados con los folios, y las carpetas clasificadoras cada una con el nombre de la asignatura que contenía en cada espacio... A continuación mirabas para mi lado: no se veía ni un solo trozo de mesa, el estuche según cuadrara, en medio de la asignatura X te podías encontrar el papel de la asignatura Y (pero yo sabía que estaba allí), tachones y folios doblados (esos que siempre decía que pasaría a limpio al llegar a casa), y evidentemente mi carpeta jamás puso el nombre de la asignatura que había dentro (hasta recuerdo tener dentro en el último año de carrera una hoja del superhombre que nos había entregado un profesor de filosofía en el instituto 6 años antes --> y si miro puede que allí siga).

Este caos en los estudios se contagió a mi habitación (tengo de todo y más por todos lados...), y después al trabajo. Como mi despacho es compartido 2 días a la semana, siempre intento cuando me voy dejar más o menos recogido (por solidaridad con los demás). Sin embargo al día siguiente cuando entro (yo tengo que llegar 2 horas antes), a los 3 minutos (el tiempo que me ha llevado entrar, encender la luz, darle al ordenador y coger el expediente del día...) me doy cuenta de que estoy ocupando mi espacio, el de la persona de al lado y una mesa auxiliar que tenemos detrás! Dos armarios abiertos... y porque no tengo más espacio, que si no...

De verdad que he intentado cambiar (al menos lo he pensado) y me da envidia esa gente que es organizada, pone los papeles alineados y los subraya en mil colores... Yo simplemente no puedo, si lo hiciera invertiría todos mis esfuerzos en organizarme y dejaría de trabajar.

De todos modos hay un aspecto paradójico en todo esto: soy una persona desorganizada (aparentemente así a simple vista) pero sé dónde tengo todo localizado... Sin embargo, no hay cosa que más me reviente que otra persona venga... y tenga mi espacio desordenado (sí, me altera el desorden de los demás). Lo sé, no se puede ver la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio... así que al final no he hablado de uno de mis defectos, sino de dos: persona desordenada e intransigente.

PD. Enseñaría una foto típica de desorden, pero creo que atentaría contra la imágen de mi empresa. Con los tiempos que corren tampoco es plan buscarse motivos de despido laboral.

sábado, 5 de junio de 2010

Operación desoxidación.

Después de un tiempo (extenso, simplemente diré eso) el efecto de la vida sedentaria me empezó a pasar factura: inicio de niveles de colesterol incipiente, fatiga constante, falta de flexibilidad, y tendencia a aumentar de tamaño (y no en altura precisamente). Así que por el bien de mi salud física y mental (y es yo de la teoría de "mens sana in corpore sano") decidí volver a hacer deporte. Este hecho no tendría que ser noticia, si no fuera porque desde que me lo propuse en serio (esto coincidió con finales del 2009) me encontré con que mi gimnasio de toda la vida (el cual pago religiosamente desde hace un par de años aunque no vaya --> no comment) se había puesto en huelga.

Pues sí, el personal de los pabellones polideportivos se propuso que yo no cumpliera uno de mis objetivos de este año (típico, es el de siempre). Hasta la coronilla de esa huelga indefinida, decidí hacer deporte por otra vía e irme a patinar (lo cual no practicaba desde hace ¿10 años?). Con la congoja en la garganta me puse los patines, me temblaron las piernas durante 10 minutos pero a la media hora me sentía en mi salsa. Y sí, patinar es como andar en bici: no se olvida pero al principio eres torpe a más no poder. Una hora y media después, y unos cuantos estiramientos más, llegué a mi casa a eso de las 10 de la noche y creo que a las 10.30 estaba en la segunda fase REM. Si es que la edad no perdona y nada que te muevas...

Como si esa tanda de "deporte" no fuera suficiente, al día siguiente -sábado- me fui a la piscina (lo mismo, unos cuantos años sin pisarla). De allí a un par de horas cuando ya mi piel se similaba a la de una pasa, decidí que era hora de salir a secarme y tirar millas para casa. Si bien en un principio alucinaba porque no había gente en la piscina, camino a casa me horroricé porque el motivo de que aquello estuviera vacío era porque todo el mundo estaba en el estadio de al lado viendo el partido de fútbol de turno de ese día... que acababa de terminar minutos antes de yo coger el bus. Y en ese momento la marabunta hizo acto de presencia y se vinieron a coger mi misma línea que iba, como no, repleta de gente hasta los topes. Por segundo día consecutivo me acosté pronto (sí, parece que tengo complejo de persona de 90 años que me acuesto más pronto que mi abuela).

Las agujetas que tuve durante esos días imagino que van en proporción a la de tiempo que llevaba sin moverme. Sin embargo ahora que le he cogido gusto a esto de moverme, creo que sería un buen momento para mantenerme en esta misma línea deportiva. La buena noticia es que los pabellones de mi comunidad después de casi 5 meses han decidido suspender la huelga, lo que significa que podré incorporarme a la masa de gente que estos días con cargo de conciencia invade los gimnasios pensando que puede recuperar en 3 semanas lo que ha descuidado durante el resto del año (y amortizar al menos un mes de cuota). En fin, como siempre y como es típico en este pais: lo hemos dejado todo para el último momento, ¡pero qué bien hemos vivido hasta ahora!

Continúa la operación desoxidación!!


lunes, 12 de abril de 2010

El enemigo en casa

Mmmm ¡qué bonita es la primavera! Sale el sol (un día por cada 10 que llueve), empiezas a desprenderte de los jerseys de cuello alto, los pájaros cantan, las nubes se levantan... Todo el mundo parece estar de mejor humor, hay más horas de luz (por lo que no te "importa" salir algo más tarde de trabajar, ya que todavía parecerá que tienes mucho día por vivir). Puedes aprovechar para ir a visitar lugares nuevos y te da la impresión de que no hay prisa por volver a casa...

En esto, sales de tu casa, te asomas al portal y... ¡oh! ¡El enemigo te espera justo delante de la puerta!. Habías escuchado que estaba a punto de llegar, que pronto te atacaría... pero tú te sientes tan bien que de hecho has olvidado incluso la última vez que hizo acto de presencia en tu vida. Pero no, no puedes escapar, porque sigilosamente y sin haberte dado cuenta, de la noche a la mañana está ahí, esperándote para hacerte la vida imposible. Es, sin lugar a dudas, el enemigo número uno de un tercio (o más) de la población española para los próximos meses: El polen.

Si, reconozco que los campos floridos, las margaritas en los jardines, los rosales en plena ebullición y los árboles completamente blancos por sus flores son preciosos... para ver en una postal o dibujo. Los que tenemos que convivir con las incomodidades de los alérgenos nos hace tanta ilusión que llegue la primavera, como coger la gripe dos veces en un año: ninguna.

Por el momento soy capaz de salir a la calle, eso sí, mirando de reojo el montón de hojitas y florecillas que me esperan a la salida de mi casa, y es que curiosamente los montones más grandes de polen se han aposentado de toda la calle, delante de mi portal (yo creo que realmente son seres pensantes que saben como joder). Están allí tal cual manifestación silenciosa, y justo en el momento que sales ¡al ataque!!. Así que antes de cruzar el umbral me armo hasta los dientes: gafas de sol (así esté completamente nublado, que no se me metan en los ojos), pañuelo en mano, y como haga una ligera brisa, el pañuelo al cuello tapa algo de mi nariz (sí, quien me vea ha de pensar que con dos rayos de sol yo me creo estar tal cual berebere en medio del desierto).

Me gusta la primavera, no lo niego, pero los efectos secundarios que tiene en mi son bastante incómodos: ojos hinchados y llorosos, a 30 estornundos por minuto, nariz completamente roja de tanto sonarme, sequedad en la garganta, aturdimiento pensativo (si es que con la moquera, estornudos y que no veo...), y mal humor (este no sé si es culpa de la alergia o me venía de serie). El caso es que mi cara en esos momentos es un poema (de hecho son la antítesis del aspecto saludable), tanto que el año pasado hasta que mi jefa se acostumbró pensó que salía de juerga todos los días durante dos semanas. Lo bueno de esto es que con ese aspecto horribilus que tengo, todo contacto con el mundo exterior (basado en entrevistas) queda paralizado durante unos días o es asumido por el resto de personal (lo cual agradezco, porque que alguien te vaya haciendo preguntas de tu vida con un pañuelo colgado de la nariz... es poco corriente e incómodo para el entrevistador). Si vas a tener una cita con el chic@ de tus sueños, es recomendable también esperar un par de semanas (y es que en este estado, hasta tendrías un mejor aspecto en la foto del carnet de identidad)

De todos modos, todo sacrificio tiene su recompensa, y yo me consuelo pensando que esto es simplemente el paso obligatorio antes del verano (y no hay nada que no se arregle con unas buenas dosis de antiestamínicos). Lo único de estos días, es aguantar la conversación de mi padre diciéndome que ha salido un estudio por el cual se ha reconocido que la tasa de alérgicos al polen en el campo es bastante inferior que en las ciudades (al parecer tenemos más probabilidad de volvernos sensibles por el efecto de la contaminación y por juntarse las partículas diesel de los coches con el polen). Esta noticia ha sido interpretada por mi Sr. Padre como --> ves, te tengo dicho que te vengas conmigo al campo, que allí no lo vas a notar. Claro, lo que no entiende es que una vez que te has vuelto sensible ya la has cagao, así que día tras día explico los motivos de por qué no voy a pasar con él esos momentos tan entrañables entre flores, abejas, insectos y vacas... que para él, es la solución. Y como es de los que hasta que mete el dedo en la llaga no lo cree... pues sé que acabaré yendo con él y agonizando en un paraje etan idílico.

En fin, a todos los alérgicos solo les deseo para estos días... ¡paciencia! (acompañado de algo de "drogas").

viernes, 2 de abril de 2010

El protegido

Iba a decir (más bien escribir) lo siguiente:
El tiempo este año está pasando tan rápido, que casi no me he dado cuenta de que estamos terminando marzo.
Y en esto me entró la duda y me dije... ¿a qué día estamos? Y cual es mi sorpresa al consultar el calendario ¡que ya estamos en abril! Es curioso esto del tiempo, pero hay veces que una semana se te hace eterna, y sin embargo cuando vas viviendo pendiente de "fechas importantes" esos grandes momentos suelen llegar casi sin que te des cuenta (especialmente si son momentos que temes: exámenes, eventos, días de trabajo, ir a comer con tus suegros...). Es como si salieras de determinado día y ya empezaras a pensar en la siguiente fecha X. ¿Lo que sucede entre ambos días? Casi ni te das cuenta (quién sabe, a lo mejor el concepto de que "el tiempo es relativo" viene de ahí).

El caso es que en lo que va de año voy a salto de mata, y "de fecha en fecha" y tiro porque me toca. La última fue un acontecimiento corporativo de estos que te parecen absurdos pero a los que hay que ir (y que todavía trato de olvidar). La situación es la siguiente:

Día laborable a las 8 de la tarde (anda que vaya horas), todos juntos "en amor y compañía" sonriendo y haciendo de anfitriones de ese montón de gente que está allí por puro compromiso (al igual que tu, que vas porque es como faltar el día que tu madre organiza una cena para sus amigos y quiere presumir de hijos). Engalanados en su justa medida (mi medida iba tirando hacia normal), cada uno recibe a su "protegido" (también conocido como "esa persona a la que tienes que darle conversación desde la entrada hacia la zona en la que va a estar y con quien no sabes de qué vas a hablar").

De manera disimulada intento escabullirme por la entrada con la intención de que mis jefes no me vean, y mi "protegido" se aposente él solo en su sitio. Al principio todo va bien, y es que lo veo venir y justamente pasaba por allí otra persona con la que me puse a hablar (¿qué tal el niño? ¿encontraste sitio para aparcar? me alegro de que estés aquí...) Calculo el tiempo e imagino que el "protegido" ya se habrá ido, cuando de pronto una mano me toca en el hombro. Miro para atrás con una de mis mejores sonrisas (poco sincera, la verdad), y una de mis "estupendas compañeras" me espera allí para hacerme ver que mi acompañante de esa noche ha llegado.
Evidentemente pongo cara de sorpresa en plan "uy, no te había visto" y repito conversación ¿Qué tal has llegado? ¿Te han dado la tarjeta del aparcamiento? Me alegro de que estés aquí Miro disimuladamente a ver si se ha traído a alguien con quien se vaya a entretener, pero no, está allí solo y "todo para mi".

¿Qué hacer en estos casos? Pues lo típico: presentarle a gente para ver si se distrae, intentar llevarlo hacia su asiento mientras yo sigo saludando a gente. Lástima que no funcionara, ya que el muy "caballeroso" se mantuvo detrás de mi todo el tiempo. Finalmente me voy hacia mi asiento, pido socorro a una de mis compañeras... pero el "protegido" no sé cómo se las arregló que logró sentarse a mi izquierda y poner a mi derecha a un desconocido (evidentemente la cara de descojone de mis compañeras era terrible).

"No pasa nada" -pienso- "en cuanto empiece el acto tendrá que estar callado" Una vez más: piiiiii, error del sistema. Alguien no le ha dicho a este chico que en este tipo de situaciones es de buena educación estar callado (vamos, como si fuera el cine). Y comienza a hacer comentarios graciosos que no vienen a cuento (y que ya he escuchado más veces), a preguntarme por mi vida personal (uy.... mal vamos, voy a empezar a mosquearme) e invitarme a ir de vacaciones (y lo peor es que no era de coña). Afortunadamente el señor que tenemos delante se gira, mi cara se pone completamente roja, y lo manda callar -pensé en ir a darle las gracias después-.

Llega el momento del descanso y mientras otros se quedan sentados en su sitio, "el protegido" decide acompañarme. Da igual con quien hable yo: con amigos, mis jefes..., porque él pacientemente me espera al lado (si algún día tuviera hijos, me gustaría que fueran así y que no me tuviera que preocupar por si los pierdo de vista). Volvemos a la sala, y justo antes de empezar decido ir al baño (con la intención de que los de mi fila se vayan sentando y me dejen un sitio al final del pasillo). Hago tiempo, me seco las manos con calma (no sé si activé dos o tres veces el secador de manos), salgo con calma... ¿Y quién está esperándome para cederme su butaca? "El protegido". Y así hasta el final.

Cuando todo terminó llega el momento de las despedidas, siendo lo lógico que los invitados se vayan para su casa, y tu te quedes con los tuyos para hablar y tomar algo. Pacientemente me esperó... y afortunadamente al final vio que yo no me movía y decidió irse no sin antes aprovechar y darme los dos besos de rigor.

El caso es que más o menos conseguí aguantar estoicamente la situacíón (vale, internamente perdí los nervios). Sin embargo, había momentos en los que no podía evitar pensar al más puro estilo Ally McBeal (cuando el cliente de turno le decía una estupidez y ella se imaginaba dándole de leches pero luego no lo hacía). En fin, lo que se hace cuando estás trabajando... lo amable, simpático y cínico que te vuelves -denominaré este concepto como "cinismo adaptativo"-. Y gracias a este personaje, los días siguientes en el trabajo se convirtieron en un corrillo y puteo constante (y como la confianza da asco, ahí ya no reprimí tanto mi mal humor).

Afortunadamente hoy estoy de vacaciones, ¡yujuuu! Y creo que no me toca vivir situaciones de estas hasta dentro de ¿un mes? Y si va a ser antes que se abstengan de contármelo. En fin, pensaré en pedir un aumento de sueldo y es que cuando estudié en la facultad, nadie me dijo que tendría que ir a este tipo de actos sociales. Lo siento, yo no nací para el protocolo.

viernes, 26 de febrero de 2010

A/A Sr. Responsable del Tiempo

Me quejaba hace unos días con unos compañeros de que ya me había cansado de tanta "alerta naranja". Por un momento llegué a pensar que en el mundo de las alertas no existía otro color, ya que llevamos como ¿dos semanas? en ese mismo estado (sin contar las que lha habido desde el mes de octubre).

Por todo ello, Dalí, que es un artista, ha decidido desde donde quiera que esté, que sería bonito empezar a pintar el mapa de las previsiones meteorológicas con otro tono más... intenso. Así que, ¿qué ha hecho? Pues ha llamado a Paco Montesdeoca y le ha dicho "oye... ¿qué te parece si para este fin de semana pintamos el mapa de color rojo?". Y así estamos, en previsión de alerta roja por temporal para el fin de semana, justo para esos días en los que yo tenía que trabajar.

Llevo un par de meses cabreándome con el mundo por tener que trabajar este sábado (pero bueno, ahora ya estaba asumido). Justo ayer nos avisan del temporal, se han suspendido casi todas las actividades en la comunidad. ¡Un rayo de luz! -pensé- y por un momento me veía feliz disfrutando de una tarde de sábado en casa (y es que aún encima soy del turno de trabajo que sale a las 9 de la noche, grrr). Pero cual es mi sorpresa... ¡Que no! !Que todo sigue su curso! porque claro, como el Ayuntamiento ya lo tiene todo pagado...).

Durante todo el día he estado pendiente del teléfono, esperando esa llamada mágica que me diga "no te preocupes, se ha cancelado todo" Y el teléfono ha sonado unas 20 veces.... pero para preguntarme si me quiero cambiar a otra compañía de teléfonos. Así que a eso de las 7 de la tarde he decidido llamar al Ayuntamiento para ver si se anulaba todo... Respuesta: "no, no tenemos noticias, si no va a hacer mucho viento..." Pues ya me dirán cómo lo van a conseguir, porque o se montan un muro a la salida del autopista para evitar que nos coja el temporal o tiene un armamento del ejército específico para deshacer tempestades (ciclogénesis como le han llamado hoy); o creo yo que nos lo vamos a comer enterito. Vamos, que somos unos alarmistas, si total, por una brisa de nada... ¿qué puede pasar? ¿que veamos una palmera volando desde la ventana?. Tonterías...

Así que mañana nos iremos a la aventura, con piedras en los bolsillos, y no sé si sacar el coche o coger un paraguas e ir volando al más puro estilo Mary Poppins (bueno, o Dorothy en el trayecto Kansas-Oz encima de un tornado).

¿Y por qué pasan estas cosas y últimamente tan frecuentemente? Para eso existen tres teorías:
  1. Según los ecologistas dirán que es culpa del cambio climático.
  2. Para una señora con la que estuve hoy "es Dios que nos está castigando por hacer tanta maldad" (se ve que no tuvo suficiente con un diluvio universal)
  3. Yo creo que es culpa mía, ya que me doy cuenta que desde hace un par de años estas cosas sólo pasan cuando tengo que trabajar un fin de semana y en actos de estos multitudinarios (en esos en los que te juegas el trabajo de muchos meses).
Creo que por el bien de la humanidad, en mi contrato de trabajo debería de venir una cláusula que dijera "prohibido trabajar en fin de semana". Y ahora voy a por las piedras para mañana.

domingo, 21 de febrero de 2010

Psicología inversa

No sé como el resto del mundo valora su tiempo en el trabajo, pero desde luego para mí el mío es importante. No soy de tomarme pausas muy largas para el mítico café / zumo / fruta de las 11 (es que llevamos una política de "mens sana..."); principalmente porque todo tiempo perdido ahí va a implicar un retraso en lo que tengo que hacer y que tendré que recuperar más tarde. Eso sí, en una política no expresa.

He de agradecer el no tener un excesivo control horario: no tengo que fichar al entrar, si necesito un par de horas una mañana nunca me han pedido justificantes (aunque suelo llevarlos), ¿que no puedo quedarme una tarde de las que me corresponde? Lo digo con antelación, pero sé que no me van a pedir explicaciones. Y entonces ¿donde está el truco? Pues precisamente en los pactos no explícitos, en la "confianza en los trabajadores".

Generalmente tengo que rendir cuentas cada X tiempo, y saben que mi trabajo va a estar hecho, por lo que si hoy salgo dos horas antes seguramente sea porque esa semana si hace falta me voy a quedar ocho horas de más (de hecho la frase mítica de mi máximo jefe es "no me des explicaciones, sé que las cosas van estar" --> lo que se traduce en "vete, vete, que ya te llevarás el trabajo a casa si hace falta"). Evidentemente esas horas "no existen" y por lo tanto no se cobran en metálico --> y aquí que nadie piense mal, es que yo las suelo compensar por días libres que disfruto cuando necesito.

Y realmente el no tener un control estricto ¿funciona?. Pues al parecer sí. Y es que esto es como cuando llegas de borrachera a casa con 15 años y esperas un castigo de tus padres que durará al menos hasta que te jubiles... Sin embargo tus padres (que todos parecen haber hecho un curso de psicología inversa) no te regañan y tu vives en tensión todo el día esperando "el momento" aunque en su lugar sólo percibes el silencio.

Hace cosa de unos meses hablaba precisamente con un amigo de este tema: el supuesto no control. En su institución se dedican a la investigación, y con eso de que "la ciencia es la ciencia" entienden que por ejemplo para un experimento las células tienen su propio ritmo de crecimiento, que los reposos de determinados componentes son los que son, y que la "inspiración" no está disponible siempre de 8 a 3. Así que simplemente tienen un determinado número de horas que tienen que cubrir a la semana... ¿y la gente lo hace? Pues por increíble que parezca, sí (también es verdad que no estamos hablando de España, igual eso influye). En más de una ocasión me he encontrado en la situación de estar tomando algo con ellos y a esto de las 9 de la noche escuchar: "me voy un momento al laboratorio que tengo unas células creciendo" (y claro, no antender a las células puede suponer perder un experimento de dos meses) o oír la puerta alas 6 de la mañana porque acababa de encontrar la solución a algo que le llevaba meses rondando en la cabeza. Sorprendentemente a finales de semana todo el mundo ha hecho 10 horas más de las determinadas. En España la frase que oiríamos sería: "me voy un momento que tengo que ir a llevar a los niños a las actividades" y a las 6 de la mañana lo único que escuchas son ronquidos o voces de borrachera.

Y repetimos ¿el truco? ¿podría empezar a tomarme horas libres así sin más?. Pues está claro que no, ya que en el fondo tras ese aparente "laissez faire" todos tenemos cierta supervisión: es decir, si cualquiera de nosotros estuviera de baja continuamente, no apareciéramos en una semana, o si los lunes empezaran a convertirse de manera sistemática en un día más del fin de semaa...; sabemos a ciencia cierta que "Gran Hermano" nos llevaría a un despacho, nos daría un buen toque de atención y pasaríamos a estar en el punto de mira de "próximos despidos". Que no nos vamos a engañar, en mi "maravilloso" mundo también hay quien le echa mucha cara y quien a causa de eso dura bastante poco. A mi por el momento ser "legal" me ha venido bien.

Y ahora voy a adelantar unas cosas que necesito para el lunes, ya que el viernes lo tuve que pasar aparentando delante de un gilipollas (nombre genérico para cualquier representante político) para recibir una "palmadita" en la espalda, escuchar que todos somos magníficos en nuestro campo, un poco de campaña electoral, y que el dinero que hay es el que hay. Sólo le quedó decir: "y con eso haga usted el mismo trabajo pero de saldo, que estamos en recesión por culpa del gobierno, y el pueblo llano ha de apretarse el cinturón" aunque por la cara que ponía seguro que lo estaba pensando. Sinceramente, perder mi tiempo en estas cosas me pone de mala leche.

sábado, 20 de febrero de 2010

El show de Truman *

Internet tendrá muchas ventajas, pero desde luego en cuanto a privacidad se refiere es una putada. Hay muchas herramientas para comunicarse con la gente: que si facebook, messenger, tuenti, twitter, buzz, skype, fotologs, blogs... Evidentemente no sigo todas estas corrientes principalmente:
a) porque prefiero seguir teniendo vida más allá del ordenador (y yo soy de esa clase de personas que se engancharían a un ordenador muchas horas)
b) porque una cosa es compartir, y otra exponernte medio en pelotas al mundo entero. No me importaría hacer nudismo en una playa en la que no conozco a nadie, pero que te vean todos tus jefes... ¿con qué cara vas al día siguiente a trabajar?

Y ese es el motivo por el cual tengo dos blogs, uno de contenido público (del cual mis amigos tienen la dirección) y otro "privado" (que viene siendo este, y del cual mis amigos/compañeros conocen su existencia pero no su localización). Pero, si es "privado" ¿por qué permito que gente que no me conoce pueda verlo? Pues ahí precisamente radica su privacidad, es algo mío aunque ajeno a mi vida cotidiana (y no, no es afán de exhibicionismo).

Generalmente tendemos a ser políticamente correctos, mentimos con la intención de no herir a los demás, y callamos verdades para no crear conflictos... Por lo general somos seres pacíficos (excepto momentos en los que la realidad puede contigo y sueltas lindezas de todo tipo). Escribir es a veces un modo de gritarle al mundo, de liberar tensión, de mostrar tu incoformismo o tus paranoias mentales, pero ¿que pasaría si supiéramos que con eso podemos lastimar a alguien? Pues simplemente mediríamos más nuestras palabras y lo que escribimos impulsivamente para aliviarnos, perdería su encanto.

En el mundo del acceso a la información libre, cuando has dado dos pasos medio mundo se entera de la ruta que has hecho, y a mi no es por nada, pero me gusta seguir teniendo mi parcela de privacidad. Poder esconderme del mundo cuando quiero sin tener que responder al día siguiente mil preguntas o aguantar comentarios ¿y por qué te fuiste? ¿con quién te fuiste? así que este fin de semana... Todo eso ya lo pasé con mis padres durante mi adolescencia, la cual afortunadamente dejé atrás hace mucho tiempo. Del mismo modo que a mi no me interesaba saber que mi jefe es fan de un grupo de RubiasCachondas (lo cual ahora es la comidilla de todo el mundo, "gracias" a quien me dio la noticia, ayer volví a coincidir en un acto con él y tenía que controlar el reírme); a nadie le interesa saber si no voy a asistir a una cena porque me quiero ir a la China ese día / que me he hecho activista radical de Greenpeace / si he estado dos días con resaca... etc.

Recuerdo en su momento a una profesora de la facultad que me decía "ahora no salgo por esta ciudad por las noches porque no me gusta encontrarme con mis alumnos". En ese momento yo no lo veía tan trágico -"pues tampoco será tan horrible ¿no?" "¿a quién le va a interesar lo que hacemos?"- pensaba yo.

Pues me equivocaba, a la gente le va saber ese tipo de detalles: dónde comes, dónde sales, qué haces en tu tiempo libre, con qué gente te relacionas. Y cuanto más expuesto y más conocen de tí, más vulnerable te vuelves (y lo siento, pero tengo derecho a seguir disfrutando de mi intimidad sin sentir el complejo de "Show de Truman*"). La prueba del gran interés que para algunos suscitan las vidas ajenas, la tuve hace un par de meses, cuando uno de mis clientes empezó a asistir a mi mismo gimnasio (casualidades de la vida). Más allá del hola/adiós empezaban las preguntas constantes de "¿y qué tal ves a...?" (y yo pensaba: "déjeme, yo venía a desconectar"). De allí a unos meses me llamó al trabajo para darme su dirección para que le agregara al facebook ya que no había encontrado mi dirección (la gente está fatal), y en otro momento me ¿amenazó? con que podía controlar a la gente que miraba su página web ¿pero qué clase de persona enferma hace eso? ¿con qué clase de psicópata estoy dando?A ver, que lo que usted haga con su vida me da igual, pero deje la mía en paz -todos esos pensamientos se pasaron por mi cabeza-

Desde ese momento comprendí (aún más si cabe) que estamos expuestos realmente a todo el mundo (vale, porque queremos, ya que si no con darle simplemente al botón de apagado del ordenador sería suficiente). Entendí además que a la gente no le llega con ver Gran Hermano, sino que tienen que controlar la vida de sus vecinos, no vaya a ser que se le escape algo.

Y por eso me gusta mantener este blog como parte de mi espacio personal privado, a donde la gente llega por casualidad, en donde uno se queda o se marcha libremente sin que mis sucesos personales les vayan a afectar (como mucho les harán reir/llorar/reflexionar o simplemente dejarles indiferentes). Un sitio donde se cruzan por un instante vidas ajenas al igual que sucede por ejemplo en el autobús que cogemos todos los días: nos reímos un rato con el niño de delante que le dice algo gracioso a su madre mientras lo llevan al colegio, los escuchamos queriendo/sin querer y nos bajamos en la siguiente parada. Quién sabe, a lo mejor otro día volvemos a coincidir.
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* Fe de erratas: "Show de Truman" --> al cual al inicio del post he llamado "Show de Trully" Soy un desastre para los nombres, "¡qué se le vamos a hacer!"

miércoles, 17 de febrero de 2010

Horthografía pa' tós

Soy de la generación de la EGB, aquella en la que a los 10 años te habías aprendido todos los tiempos verbales (con mucho sufrimiento, eso sí) y que con 12 se te permitían ya pocas faltas de ortografía. No viví eso mítico de saberse los nombres de los Reyes Godos (de hecho a día de hoy tengo ligera dificultad para saber de qué iba el tema), ni los castigos a golpe de regla en las puntas de los dedos... Un solo profesor dominaba a 31 criaturas a la vez, no nos levantábamos cuando entraba el profesor en clase, pero sí la gran mayoría al llamarlos su nombre iba precedido del famoso D. /Dña. (y es que todos estaban entrados en edad y como que les quedaba bien) --> y que conste que no es que quiero que esto vuelva a las aulas. No teníamos todavía móviles (creo que fuimos de las últimas generaciones en no tenerlo en el instituto, el "boom" se daría dos años después) así que los únicos mensajes que nos mandábamos era en papelitos minúsculos que nos pasábamos a escondidas (Short Message Secret). Vamos, que éramos unos visionarios.

Una vez que entrabas en el instituto todavía tenías algún profesor de los que hoy llamaríamos "de la vieja escuela" que mandaba copiar 100 veces determinadas faltas de ortografía y que a las 4 faltas te rebajaba un punto en el examen. Me parecía injusto en ese momento, pero he de reconocer que hoy lo agradezco. Y fue ahí donde desarrollé una de mis manías... la localización de las faltas de ortografía.

He de reconocer que no tengo alma de periodista, ni siquiera se me da genial la escritura, y sí que cometo algunas faltas de ortografía (especialmente cuando escribo rápido a ordenador que me puedo comer alguna letra, se me cuela alguna h de vez en cuando, e incluso últimamente alguna b se convierte en v). Pero si lo releeo (algo que casi nunca hago) me salta a los ojos y en cierto modo... me fastidia. Soy de esa clase de personas a las que le entregan un documento para que lo revise y aporte ideas... pero sin querer, antes de ponerme a leerlo en serio algún acento/coma/mayúscula me está gritando como si viniera ya señalado con colores chillones (y prometo que no lo hago a propósito).

Hay fallos que se podrían pasar (porque se sabe que son despistes)... pero otros me producen verdadero dolor a la vista. Últimamente leía un blog escrito por una señora de unos 35 años que ha alcanzado sus estudios medios (como los de mis padres en su momento) y con un blog interesante.... Que he tenido que dejar de leer ya que me provocaba verdadera mala leche. Errores como "hai" --> del verbo haber // palabras mal separadas o juntas cuando no deben de manera reincidente "des pistado" "alcabo de"... Del tema acentos no hablamos (¿para qué? ¡si son sólo un elemento decorativo en las palabras!) y de las normas de puntuación, menos (a veces me costaba entender lo que quería decir...).

En más de una ocasión he tenido la tentación de reenviarle el post corregido, porque es verdad que lo que quería transmitir podría resultar interesante... si no fuera porque en la tercera línea comenzabas a tirarte de los pelos. Y yo me pregunto, este tipo de blogs ¿no entra en la categoría de denunciables? Al menos a la Real Academia de la Lengua. No estoy a favor de la censura en internet, pero creo que podría hacer una excepción.

Sé que lo mío es una manía, lo reconozco, no se puede ser tan estricto y menos cuando uno no alcanza la perfección pero... Es que hay casos que claman al cielo.
Reconozco que hoy en cuestiones de educación (académica me refiero, la moral es otro tema en el que no me voy a meter) la gente sale ahora mucho más especializada, dominamos las nuevas tecnologías, se nos exigen más idiomas... Pero rogaría al Sr.Google que ponga un corrector ortográfico específico para cabestros, y al profesorado (y me voy a poner en plan "abuela cebolleta") que las cuestiones de ortografía sigan teniendo la misma importancia que hace unos años (porque una cosa es abreviar al escribir mensajes desde un teléfono móvil, pero eso no debería de impedir que supiéramos escribir). Me he encontrado con exámenes de universitarios (las mentes del mañana que nos sacarán de las futuras "krisis ekonómikas, pólitikas i/o soziáles" dignos de ser publicados en la casa de los errores y horrores (ejemplos: "kndo" "ke" "staba"). Lo bueno del asunto es que en el futuro y de seguir así, los que sean ecargados de escribir el Boletín Oficial del Estado en ese momento, con tanta abreviatura conseguirán que ocupe una cuarta parte de lo que ocupa hoy. Al menos eso será bueno para el medio ambiente, ya que se verá reducida la cantidad de papel que haya que utilizar para publicarlo.

Benditos aquellos a los que su ignorancia no les impide la felicidad, pero a mi me provocan ansiedad.

martes, 16 de febrero de 2010

Historias de miedo de SValentin

Dicen que hablar de los sucesos negativos y compartirlos, ayuda a superarlos ¿será cierto?. No es un secreto eso de que yo tengo una especie de "manía" por este día, pero como todo en esta vida, tiene su explicación. Aviso a navegantes: todo lo que vendrá a continuación debe de ser leído desde una perspectiva de "escojonarse" porque de lo empalagoso que puede ser a alguno le puede dar una úlcera de estómago.

El caso es que siempre hay sucesos que te hacen borrar de tu calendario algún que otro día (ahora entiendo por qué los años se me pasan tan rápido), y el 14 de febrero para mi es uno de esos que no existen, de hecho intento casi esconderme del mundo, por lo que pueda pasar.

Todo empezó hace ya unos cuantos años momento en el que yo era estudiante de idiomas. Llegó a nuestro centro de estudios Typical Teacher (a quien a partir de ahora llamaremos TT) de sobre 25 años aprox, ojos azules, pelo rubio, 1'80, sonriente, (y con novia, factor que muchos desconocían, aunque yo lo sabía) etc... Producto de admiración/envidia (por sus cualidades físicas) de profesorado, alumnado, etc. Recuerdo el aumento de asistencia del alumnado a las clases (¡incluso los viernes a las 5 de la tarde!), organización de cenas secretas (y digo secretas pq dos de mis compañeros y yo curiosamente nunca fuimos invitados), ¡¡señoras de edad avanzada insinuándose!!

En medio de aquella vergüenza ajena de pertenecer a aquel grupo yo seguía a lo mío, escojonándome de la situación y comentando las jugadas con mis aliados en ese momento (si es que durante tres años nos lo pasamos muy bien).

El caso es que se acabó el curso, y mientras nuestra clase organizaba una cena de despedida con nuestro profe que se volvía a su país, otros hicimos una cena alternativa. Y hasta ahí llegó todo (o eso creía yo, ilusa de mi). Durante ese año mi relación con aquel profe: la que se limitaba a contestar en clase a las preguntas que me hacía (ni mayor interés que tenía).

Casualidades del destino, mi profesor se fue en junio, y yo en el mes de agosto me tenía que ir a estudiar fuera a una ciudad-destino que me tocó en sorteo. Justo a mi regreso por uno de mis excompañeros me enteré que había estado asistiendo a la misma universidad y facultad de mi ex-profesor, y un año más tarde que incluso vivía a 200 metros de distancia de mi apartamento. Afortunadamente nunca coincidimos. ¿Había esquivado al destino? ¡No!

6 meses más tarde yo había vuelto a mi Escuela de toda la vida, seguía con mis estudios y en febrero, como no, llegó la época de los exámenes. Y allí estaba yo, en medio de mi exposición oral con mi profesor de ese año, cuando alguien llama a la puerta y una señora loca entra diciendo que TT está fuera.
-Primer pensamiento mío ¿quién es TT?
-Primera pregunta de mi profesor (afortunadamente era majo) ¿quién es TT y por qué nos interrumpe en un examen?
-Respuesta "¡¡¡el profesor!!!" y pregunta por ti (refiriéndose a mi)

En fin, después de unos segundos mi profesor y yo caimos en quién era y... seguimos con mi examen. Al salir, en una situación surrealista TT estaba allí y me di cuenta de que nada había cambiado: niñas con risa nerviosa y señoras menopáusicas actuando como adolescentes. Hablamos un momento ¿qué tal te ha ido? ¿qué haces por aquí (a 3000km de tu casa)?etc. Di por terminada mi conversación, tenía algo de prisa y me marché... Pero por "suerte" para mí él también se iba y se ofreció a acompañarme hasta la puerta. En el trayecto le dio tiempo a invitarme a tomar algo y mientras yo pensaba ("no, la expresión "tengo prisa" significa que me tengo/quiero ir) amablemente dije que no... Le dí mi mail para que me enviara unas fotos del momento "reencuentro" que acababa de hacer... y justo al irme me deseó un "Feliz San Valentín". En ese momento se me cayó el mundo, ¡¡¡¡¿que hoy es 14 de febrero?!!!!

Todo podía habe quedado ahí, pero no, me mandó un mail con las fotos y a partir de ahí empezamos a hablar... Para cuando me había dado cuenta estábamos pasando las vacaciones en la misma ciudad (ambos teníamos familia en el mismo sitio y solíamos ir en verano). Y todo empezó a desmoronarse y la persona normal que parecía (o que a mi me había parecido ver) ¡¡¡era un enamorado del amor!!! Se había recorrido en su momento 3000km en San Valentín para irme a encontrar en mi Escuela (que era el único dato que tenía sobre mi) y de repente pretendía que yo fuera una chica salida de una película, que me gustara exactamente lo mismo que a él, que fuera corriendo por las calles como si sonara una película de fondo y que el destino y las coincidencias nos habían unido (ejem).. ¡y de pronto se me declaró!

En cuestión de unas semanas me di cuenta de que aquel tío no era normal (vale, otros se habrían dado cuenta antes, pero yo tiendo a pensar bien de las personas y creer que estas cosas nunca le pasan a uno). Pero no, las historias de cómo había conocido a sus anteriores novias eran todas sacadas del mismo tipo de películas, y cuando yo no respondía a ese estereotipo de película de comedia romántica... puse tierra por medio escandalizada y escarmentada (espero que para siempre)

Desde entonces y por todo lo que vino a continuación (lo cual ya omito) he desarrollado una especie de pánico al 14 de febrero, a pensar que año tras año siempre puede haber uno de esos "locos del amor" que han visto muchas películas. Susodichos capaces de mandarte un ramo de flores a la oficina, de comprarte un anillo y pedirte en matrimonio o lo que sea... Así que por ese motivo ese día si puedo no salgo a la calle y si es posible desconectar el teléfono... mejor que mejor (por si acaso).

En fin, espero que no sea cierto eso de que el "hombre es el único ser que tropieza dos veces en la misma piedra" porque eso significa que todavía me queda un tropezón más, miedo me da.

lunes, 15 de febrero de 2010

Y mi disfraz es de...

Con eso de que estamos en carnavales, a la gente se le ha dado por hacer el paripé y disfrazarse. No es que esté en contra de esta tradición (la cual admiraba hasta hace un par de años), pero es que el tiempo y el empeño que le ha dado a todo el mundo por "madurar" le ha restado encanto.
El concepto de "madurar" en mi entorno es: tener pareja e independizarse.
Recuerdo que hace años quedábamos los amigos para disfrazarnos juntos, preparábamos el disfraz con unas semanas de antelación (no muchas, simplemente lo discutíamos durante tres semanas y dos días antes del evento comenzábamos a correr pensando que no teníamos nada preparado). Me gustaban incluso aquellas "discusiones" con motivo de encontrar un disfraz que nos complaciera o incluso complaciese a todos: desde los que querían ir de travestidos a las que querían ir monas y divinas puesto que una tiene un glamour y no se va a perder ese día (en fin, hay que sigue pensando que las cenicientas existen en una dimensión paralela). Yo simplemente optaba por el disfraz menos común (si es que la rama de la enfermería está ya muy vista).

Así aguantamos durante dos años, hasta que llegó el día en la que se hicieron dos grupos: día del golpe de carnaval y nos encontramos con la "santa cofradía de mi disfraz divino -grupo independentista" vs "república independiente del pacto de estado". Desde ese momento todo empezó a ir en picado, y el año en el que se sumaron las parejas de los integrantes... todo se desmoronó (y es que tener pareja en carnaval, es igual a casarte y después celebrar navidad: ¿con que familia te vas? ¿a casa de tus padres o de tus suegros?). Pues se ve que las nuevas parejas vinieron pisando fuerte, mientras ellos se amoldaban, ellas querían seguir con sus grupos de amigos e iban captando adeptos (tipo mafia o algo así).

En fin, que la gente "maduraba" (según su concepción del término) y al mismo tiempo se volvía estúpida (según mi concepción). Como aquí quien escribe, pasa de gilipolleces varias, decidí desaparecer durante tres años en estas fechas. Y así de feliz vivía yo... hasta que este año la "operación escape" tuvo un par de fallos técnicos, ¿y quien fue el culpable? El odioso San Valentín, que no sólo tiene que joder un día al año, sino que tiene que joderme las vacaciones de carnaval. ¿motivos?
  • Mi supuesto cómplice 1 en estas fechas para irme fuera del país, ha tardado 3 semanas en decidir que celebraría San Valentín con su respectiva. Para cuando el Sr. lo decidió mi billete de avión había subido 200€.
  • No pasa nada, pensé yo, me quedo y celebro carnaval en casa... Pero no. Mi cómplice 2 decidió que el sábado quería cenar con su novio con el cual convive y cena todos los días y para más inri, tenían que esperar a las 12 para darse el regalo. Así que una pizza precocinada y un regalo le impedía ir a casa de sus padres (a 10 min en coche) a por un disfraz. Resultado: sábado normal mitigando mi semicabreo en alcohol (al mismo tiempo que escuchaba la "increíble historia y peripecias" de cómo habían buscado un disfraz que les gustara a los dos.
  • Domingo: día empalagoso nacional. Por una vez hasta agradecí tener algo de resaca (fui menos consciente del 14 de febrero). Además Cupido fue condescendiente conmigo y quiso que en dos minutos que tuve que apagar el móvil me perdiera una llamada para quedar por la noche (no, no quiero quedar contigo a solas para ir a tomar algo, y menos en este día). Sinceramente, lo agradecí.
  • Lunes: No pasa nada, le daremos otra oportunidad a los amigos (pensé yo)...: Piiiiii, segundo craso error. Si tienes pareja tienes que salir conjuntado y poco menos que juntitos de la mano. A tomar por saco Carnaval y San Valentín.
Como paso de mariconadas he decidido que esta tarde me recluiré en el cine mientras veo alguna película que me haga olvidar. Mañana será otro día y pensaré que todavía tengo dos días de vacaciones que este año tienen toda la pinta de ir a estar malgastados. Haré cualquier plan independiente, me meteré en un monaterio si hace falta, desconectaré el móvil y no leeré mensajes, porque mucho me temo que llegará alguno del tipo "hace mucho que no nos vemos" a lo que responderé sin problema (y alguno ya lo ha experimentado) "hace mucho que otros te organizan tu tiempo"

Y si me llaman borde... me da igual, es que este año ese es mi disfraz.

jueves, 11 de febrero de 2010

Aquí, una oveja contando cosas.

Año chino nuevo (desde ayer), vida nueva.

Tengo algunas/muchas virtudes (en esta frase el sustantivo podría prescindir de adverbio de cantidad y sería lo mismo), sin embargo me falta mucho para llegar a la perfección.
Nací con 8 meses (si es que yo ya venía con prisas desde el principio) lo cual me provocó determinadas imperfecciones: los meñiques discretamente más pequeños de lo normal, la necesidad de unas pocas semanas en la incubadora, otros defectos que no voy a confesar ahora... Sin embargo hay una cuestión que tengo por seguro que se adquiere en el último mes de embarazo "el sentido de la orientación". Y claro, como las cosas con prisas no salen siempre bien, se ve que en ese último mes que me perdí, no acabé de perfeccionar esa habilidad: la de no perderme. Así que desde siempre he asumido en mi familia el rol de "oveja descarriada" es decir,: esa que cuandos todos van para la derecha ella tira para la izquierda pq el sentido de la dirección no sabe por donde queda.

Mi despiste en este aspecto es tal... que aún viviendo prácticamente en la misma ciudad o prado toda la vida, me pierdo cuando intento ir a un punto intermedio entre A y B (resultado: una hora dando vueltas hacia arriba y hacia abajo en un trayecto de... ¿800 metros?). Del mismo modo, puedo coger un "atajo" y lo que por el camino normal lleva 30 minutos y por el supuesto atajo unos 20... se acaban convertiendo en 80 (con su consecuencia de llegar tarde a un examen). Soy así, que le vamos a hacer.

Así que mi familia cansada de que me perdiera, de que cogiera desvíos que no eran cuando nos íbamos de vacaciones, de que acabáramos gritando en cada trayecto que hacíamos juntos, y de que finalmente me negara a coger el coche para pasearlos y explorar las zonas de los alrededores (quita, quita, a ver si íbamos a terminar en medio de una tribu caníval!!) decidió que el despiste
se iba a terminar, y le encargaron a los Reyes un Borricón (es que no puedo hacer publicidad de la marca del GPS, que como no me pagan...)

He de reconocer que siempre he mostrado cierto escepticismo con esto de las nuevas tecnologías y su eficacia, especialmente pq siempre que dependes de un cacharro más sofisticado que un mapa suele fallar en el momento en el que más lo necesitas. Pero también es cierto que me cansé de que la víamichelín no me ayudara (ya que te dice el nombre de las calles por donde tienes que ir, pero es que mientra que conduces no te da tiempo a leer los nombres de las calles que están escondidos en esos miniletreros!!!). Pues hoy por primera vez he puesto a prueba a este cacharro en un medio totalmente inexplorado para mi... y me alegra decir que el muchacho ¡me ha llevado al sitio! Eso se agradece, porque tenía que irme a la ciudad de al lado por cuestiones del trabajo y llegar a una cita 1 hora tarde no suele quedar políticamente correcto (tiempo de retraso con el que he llegado en otras ocasiones, ejem)

Así que nada, que al igual que si se es miope se necesitan gafas, si tuerces los pies llevas plantillas y si no escuchas mucho un audífono... para los que tenemos desorientación espacial nos llevamos un cacharro localizador (y si el próximo modelo te localiza sitio para aparcar... mejor que mejor). Y aunque haya sido reticente hasta hoy, he de decir que mi regalo de reyes ha sido una gran idea, ¡¡ya no soy una oveja descarriada!! (ahora simplemente tengo algo de borreguismo, pero eso ya me viene dado de serie). Vivan (en este caso) las nuevas tecnologías, ¡que a veces incluso son útiles!

Fdo. Beeee, una oveja.

domingo, 24 de enero de 2010

Renovarse o morir

He perdido la cuenta de los días. Si bien el último trimestre del año se me hizo cuasi eterno (cuestión del síndrome postvacacional, que a mi me dura un poco), lo cierto es que desde que empezamos 2010 los días se me han pasado volando. Tengo la sensación de que fin de año fue hace dos meses, que llevo trabajando 4 semanas (realidad, sólo 15 días), y que debemos de estar así a bote pronto... ¿por el mes de febrero? Bueno, eso no, pero casi.

Me olvidé (consciente o inconscientemente) de hacer propósitos para este año. Bueno, realmente es que nunca los hago, o me los planteo a destiempo (será que yo me guío por el año chino). Así que poco a poco los voy improvisando, esto es: empezar algo nuevo que hacía tiempo que te habías prometido, y ya una vez que has cogido carrerilla en el tema decir "¡ah! ¡pues va a ser mi objetivo para este año!". Así la sensación que tendrás al finalizar el año, en lugar de frustración por no haberlo cumplido, es diferente "uy si, lo empecé y lo llevé a cabo durante X meses". Esta táctica sería la equivalente a decidir por tus hijos lo que han de estudiar, matricularlos sin que se enteren y luego hacer que se autoconvenzan de que "eso" es lo que quieren estudiar y pidan matricularse (evidentemente la persona que consiguió eso tiene muchas tablas en el mundo de la dirección empresarial, doy fe). El caso es que lo que en principio parecería que estaba avocado al más estrepitoso de los fracasos, acaba siendo un éxito relativo. Pues eso mismo hago yo con mis propósitos.

¿Que cuáles son los míos para este año? Veamos... por el momento los típicos de todo el mundo: asistir a las clases de inglés (nótese que he dicho "asistir", que no "aprender "), moverme más de lo que lo hago ahora (lo cual no va a ser difícil), iniciar mi camino para tener uno de los mejores chollos en este país (y cada cual que se imagine lo que quiera). Los demás propósitos ya irán apareciendo, que no se puede tener una planificación de la vida para 365 días, si no no tendríamos tiempo para la improvisación.

Y como estamos en plan "renove", hoy he vuelto a esto de los post. Sé positivamente que no volveré a escribir hasta dentro de bastante tiempo debido a la pereza que me caracteriza. Sin embargo, quien sabe, si vuelve otro día soleado y despejado como el de hoy, en el que excepcionalmente nos ha abandonado la cortina de lluvia y viento que nos acompaña, con la misma me animo y vuelvo a escribir cualquier cosa intrascedental, al tiempo que en mi cabeza suena eso de "el sol de la mañana brilla en mi cara..."

Feliz 2010 (con retraso para los occidentales, y adelantado para los que sigan el año chino --> empezará el 10 de febrero)