sábado, 12 de junio de 2010

El orden del caos, o el caos del orden.

Hay algo en mi personalidad que soy incapaz de cambiar (bueno, hay muchas cosas, pero no es plan de hacer resaltar todos mis defectos) y es el orden. Si, soy una persona desordenada o con un caos particular, que para mi está bien, pero que al resto del mundo le puede atacar los nervios.

Lo curioso es que no siempre he sido así, y es que recuerdo en mi más tierna infancia sentarme en los primeros curso de primaria con un compañero que invadía mi espacio y era todavía más terroríficamente desordenado que yo (que ya es decir). A su lado, mi claridad en la organización de materiales era tal (en comparación con la suya, claro) que llegué a dividir la mesa en dos con una raya a lápiz y prohibirle que ocupara mi espacio. Sin embargo, el castigo divino por aquella tan mala hazaña y por no comprender a mi prójimo empezó a manifestarse... y hasta el día de hoy.

En el colegio, después en el instituto y más tarde en la universidad, llegaba a clase y no habían pasado 2 minutos, que mi mesa estaba repleta de papeles sin orden (bueno, yo lo encontraba todo). Veías las mesas que me rodeaban y todas eran organizadas: los folios unos encimade otros sin sobresalir una esquina más que la otra, los estuches perfectamente alineados con los folios, y las carpetas clasificadoras cada una con el nombre de la asignatura que contenía en cada espacio... A continuación mirabas para mi lado: no se veía ni un solo trozo de mesa, el estuche según cuadrara, en medio de la asignatura X te podías encontrar el papel de la asignatura Y (pero yo sabía que estaba allí), tachones y folios doblados (esos que siempre decía que pasaría a limpio al llegar a casa), y evidentemente mi carpeta jamás puso el nombre de la asignatura que había dentro (hasta recuerdo tener dentro en el último año de carrera una hoja del superhombre que nos había entregado un profesor de filosofía en el instituto 6 años antes --> y si miro puede que allí siga).

Este caos en los estudios se contagió a mi habitación (tengo de todo y más por todos lados...), y después al trabajo. Como mi despacho es compartido 2 días a la semana, siempre intento cuando me voy dejar más o menos recogido (por solidaridad con los demás). Sin embargo al día siguiente cuando entro (yo tengo que llegar 2 horas antes), a los 3 minutos (el tiempo que me ha llevado entrar, encender la luz, darle al ordenador y coger el expediente del día...) me doy cuenta de que estoy ocupando mi espacio, el de la persona de al lado y una mesa auxiliar que tenemos detrás! Dos armarios abiertos... y porque no tengo más espacio, que si no...

De verdad que he intentado cambiar (al menos lo he pensado) y me da envidia esa gente que es organizada, pone los papeles alineados y los subraya en mil colores... Yo simplemente no puedo, si lo hiciera invertiría todos mis esfuerzos en organizarme y dejaría de trabajar.

De todos modos hay un aspecto paradójico en todo esto: soy una persona desorganizada (aparentemente así a simple vista) pero sé dónde tengo todo localizado... Sin embargo, no hay cosa que más me reviente que otra persona venga... y tenga mi espacio desordenado (sí, me altera el desorden de los demás). Lo sé, no se puede ver la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio... así que al final no he hablado de uno de mis defectos, sino de dos: persona desordenada e intransigente.

PD. Enseñaría una foto típica de desorden, pero creo que atentaría contra la imágen de mi empresa. Con los tiempos que corren tampoco es plan buscarse motivos de despido laboral.

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