martes, 27 de julio de 2010

El folio en blanco

Recuerdo que hace años (ufs, bastantes ya) un profesor de la facultad nos había dicho que con el paso del tiempo a él le costaba cada vez más escribir, daba igual lo que fuera: una carta, un libro, una nota en la que dejarle un recado a alguien. Y yo pensaba ¡qué exagerado!. Hasta ese momento yo me había caracterizado por tener el "don" de ser capaz lo que fuera sin necesidad de planificar, hacer borradores, etc. Es más, ¿borradores? ¿qué era eso?. Las cosas las escribía a la primera (ni ordenador ni nada, directamente bolígrafo y papel), les echaba un vistazo por si me había comido algún acento y como mucho las pasaba a limpio. A pesar de esta aparente falta de planificación, los resultados generalmente eran bastante buenos (según mis profesores de literatura y lengua española), de hecho en más de una ocasión me pidieron permiso para publicar algunos de los comentarios o reflexiones que había hecho. He de aclarar que nunca me he dedicado a esto de escribir (eso lo dejo para mis amigos periodistas a quienes siempre he admirado por su capacidad de adaptarse a las circunstacias y realidades nuevas en cuestión de minutos), ni siquiera mis estudios o mi trabajo hoy en día tienen nada que ver con la literatura (bueno, a no ser que contemos los informes que he de redactar) por lo que seguramente a ojos de un experto todo aquello que escribía podría ser criticado con facilidad por falta de coherencia, o ideas mal expresadas. Pero para el nivel del que partía, aquello estaba bastante bien (falsa modestia).

Lo que yo no sabía es todo lo que iba a venir después. No soy una persona supersticiosa (o intento disimular mi superstición, no lo sé) pero hay cosas que intento evitar: los pensamientos del estilo "qué putada que..." o "eso es imposible..." Veamos ejemplos de lo que quiero decir:
  • Veo a una persona con un esparadrapo en la cara y pienso "jo, que putada tener que llevarlo en acontecimientos importantes" dos días más tarde me he abierto una brecha cuando mi trabajo es de cara al público, o antes de hacer las fotos de la orla de la graduación.
  • "Creo que tiraré el teléfono de tal, malo será que me llame después de tanto tiempo" Al día siguiente me llamará esa persona a la que no quiero ni ver en pintura, y evidentemente como no tenía el teléfono no pude indentificarlo.
  • "Desde luego, qué faena tiene que ser perder el avión por nada de tiempo" A los 15 minutos cuando llego al aeropuerto me dicen que mi vuelo se cerró a las 15.40 (y son las 15.41).
Ni que decir tiene que todo esto está basado en mis experiencias personales, motivo por el cual intento pensar siempre en positivo. Sin embargo a veces es inevitable, y la cagas (con persón de la expresión).
Pues bien, cuando mi profesor dijo que a él le costaba cada vez más escribir una nota, yo pensé "qué exagerado, a mi eso no me pasa". A partir de ahí todo se fue volviendo más complicado: exámenes que he suspendido por no llegar al mínimo de 180 palabras (yo tenía 178, aún ahora no me lo creo), tengo que reescribir las notas a mi jefa dos o tres veces (y sólo para decirle que la han llamado de tal sitio) y ayer.... ¡Ayer escribí una carta 5 vecesa la misma persona! Y aún así hoy la enviaré sin que acabe de convencerme. ¿Motivo?

Analizando el porqué de esta situación (escribir una carta a alguien que conoces debería de ser pan comido para mi) me he dado cuenta de que no depende de lo que tengas que contar, sino de la carga emocional o no, que vaya implícita en el mensaje. Ayer debía de contar lo mismo a 5 personas diferentes.

  • Persona 1: relación esporádica, nos caemos ni bien ni mal (relación algo aséptica) por lo que lo que tengo que decirle en 5 minutos y un folio, lo he finalizado.
  • Personas 2 y 3: relación algo más frecuente, amistad consolidada, estamos más o menos al día... en otros 5 minutos, listos.
  • Persona 4: relación de amistad con contacto poco frecuente por cuestiones que no vienen al caso, sin embargo me conoce hasta límites insospechados (a veces incluso termina describiéndome mis propios pensamientos, lo cual asusta). Mucho cariño después de los años... puede que me extienda más en las explicaciones y me deje llevar por la emoción... pero en 15 minutos su carta está lista.
  • Persona 5: la maldición se cierne sobre mi creatividad. Relación de amistad con altibajos (relación un tanto "bipolar"). Mi simpatía y dotes de comunicación brillan por su ausencia, mides comentarios, "la razón" se convierte en tu mayor crítica y tu peor enemiga, buscas el equilibrio entre lo aséptico y lo emotivo pero no lo alcanzas. 5 cartas más tarde (con sus correspondientes borradores) y muchas horas después... Te planteas si no sería mejor decir lo mismo en un post-it o simplemente no decir nada. Sin embargo soy increíblemente cabezota por lo que no importa lo que tarde, saldrá la carta. A las 3 de la madrugada la doy por finalizada (aunque confieso que el resultado no me agrada plenamente). Me niego a volver a redactarlo (aunque he soñado con el tema) y me prometo no volver a pensar que es imposible tener que reescribir una nota tantas veces.
Creo que por "burlarme"/sorprenderme de mi profesor, a veces Dios/Alá/Quien sea, me castiga. Y como no creo mucho en los fenómenos paranormales entonces extraigo otra conclusión:
Escribir por escribir no te lleva nada, hacerlo con el corazón son 10 minutos más, desde la razón es casi media vida. Y con esto, me voy a correos a sellar las cartas antes de que me arrepienta.
De verdad, compadezco a los escritores y entiendo el famoso miedo al folio en blanco. Si tengo que pasar por esto muy a menudo creo que acabaría condimentando las ensaladas con transilium en lugar de aceitunas.

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