miércoles, 31 de diciembre de 2008

Memoria de fin de año

A falta de unas cuantas horas para dar por finalizado el 2008 (o viendo el lado positivo, para comenzar el 2009), me replanteo todo lo que ha sucedido este año, y pienso en qué nos depararán los próximos 365 días.

Me doy cuenta de que este año no se ha caracterizado por nada especialmente destacable, ni en lo bueno, y afortunadamente tampoco en lo malo (digo a nivel estrictamente personal), por lo que en parte me alegro. Me gusta la calma de mi vida, o al menos la sensación de que no todo se descontrola. Sé que a lo largo de todo el año no fue esta la tónica que ha dirigido mi vida, soy consciente de que ha habido momentos caóticos, pero una vez que todo ha pasado, todo se ve desde otro punto de vista. Es lo bueno de verlo todo desde lejos, que el tiempo atenúa las emociones y las sensaciones.

Recuerdo como hace ya bastantes años un profesor de la universidad nos pidió que escribiéramos sobre Nuestra Primera Vez... que fuimos al colegio (y se me viene a la mente incluso los suspiros de alivio que sonaron en toda la clase cuando nos comentaron esa segunda parte de la redacción). Es curioso cómo puede funcionar nuestra memoria y el efecto que puede tener en nosotros. Creemos recordar todo tal cual pasó con pelos y señales, no pensamos que nuestra memoria nos pueda gastar una mala jugada... y vaya si lo hace (sí, incluso para aquellos que aseguren tener memoria de elefante). El caso es que la memoria casi siempre jugará a nuestro favor, es decir: nos hará recordar aquello que nos gustó o nos hizo sentir bien de una manera magnificada (seguramente mucho mejor de lo que fue), y con el tiempo nos ayuda a atenuar los efectos negativos de aquello que no nos ha gustado un pelo. Y esta es la regla general, para la que después se formulan las 207 excepciones, como en toda regla, pero que no voy a enunciar.

Por todo ello, haciendo un repaso mental de lo que ha sido este año, agradezco no tener presente ningún acontecimiento especial, eso significa que no fue excesivamente pletórico, pero tampoco excesivamente malo (¡Gracias, memoria!). Por lo tanto, no voy a decir que este haya sido un año para recordar, pero tampoco es de esos que te gustaría olvidar a toda costa. Simplemente ha pasado, forma parte de tu vida, y eso es todo. Ahora entiendo esa frase de "Cualquier tiempo pasado nos parece mejor" en el fondo, oculta una gran verdad, pero yo he de añadir que este tiempo tampoco me disgusta.

Efectivamente, sé que habrá gente que no opine lo mismo, entre ellos muchos de los que me rodean. Para esa gente sólo les diré que el tiempo hace que de la herida sólo te quede una cicatriz.

viernes, 26 de diciembre de 2008

Esa adorable navidad

Si preguntáramos a la gente que nos rodea, nos daríamos cuenta de que estas fechas tienen tantos admiradores como detractores. Hay a quien le entusiasma la Navidad: estar con la familia, el ambiente navideño, las vacaciones o días festivos, comida y bebida en grandes cantidades, regalos... Del mismo modo, existe la visión contraria, aquel al que le espanta por justamente los mismos motivos, paradójico ¿no?.

Yo me posiciono entre los que se suman a esta última corriente, no es que esté en contra de la Navidad, sino que simplemente me crea un estado que no definiría como depresión, pero sí de cierta incomodidad. Intento que estos día pasen desapercibidos para mi, o que interrumpan lo menos posible en mi vida cotidiana, es en cierto modo... como si no existiera. Ha habido años que he pedido un cambio en mis vacaciones (sí, lo confieso, pero mi familia nunca llegará a saber esa verdad), pero este año no he podido hacerlo por lo que estoy en medio de la locura mundial que me intenta absorver.

Y todo el mundo se pregunta ¿pero por qué no te gusta?. Pues porque mi rutina diaria se va al traste, porque los días que se crearon para el descanso se ven interferidos por familia a la que ves cuatro veces al año pero a la que no hechas de menos los 361 días restantes, porque tienes que vagabundear por tu propia casa como si fueras un extraño mientras los otros extranjeros se adueñan de tu espacio (¿es que no saben eso del espacio vital?), porque cada día te despiertas bajo un techo diferente y un barullo fuera de la habitación, y porque al final acabas conectado con el ordenador en un rincón del pasillo, y así con un largo etcétera.

Aún encima, se suman otras variables que vuelven tus días melancólicos más melancólicos todavía, todo el mundo está igual de ocupado que tu en estos días (y también en contra de sus propias voluntades). Por ello con quien sí querrías estar, no puedes estar. Cuando parece que te estás recuperando de la nochebuena, llega el fin de año, y después los reyes... y al final para cuando se te han acabado las vacaciones, lejos de volver relajado y desconectado, llegas estresado y deseando trabajar (creo que es por eso por lo que realmente las empresas te dan vacaciones en navidad, para que valores lo bien que se está trabajando).

miércoles, 17 de diciembre de 2008

Qué película estoy gesticulando?

Que fácil es criticar por criticar. Es decir, criticar sin conocimiento de causa o porque los demás lo hacen, veamos ejemplos de lo que quiero decir: ponemos de vuelta y media a un partido político porque es la moda (y cuando digo esto, prometo que no estoy pensando en ninguno en particular), hablamos de lo mal que está la educación (porque sí, porque es lo que todo el mundo dice), o de lo horrible de la seguridad social con las famosas listas de espera. Y criticamos como si fuéramos los mayores expertos en el tema que se trate pero realmente hablamos por lo que otros (que consideramos expertos) han dicho, haciéndonos suyas sus propias ideas (que nos llegamos a creer).

Sin embargo, en ocasiones te sucede algo que te hace darte cuenta de que cuando los demás hablan, algo de razón tienen, y ese es hoy mi gran caballo de batalla (o de linchamiento), la SEGURIDAD SOCIAL. Sé por experiencia que las listas para operaciones y consultas de especialidad en la Seguridad Social tardan mucho (y cuando me la dan de hoy para mañana casi me empiezo a preocupar ¿tan grave estoy?). Lo que nunca me había sucedido es que por un simple catarro tuviera que esperar la cita del médico.... ¡1 semana! Sí, 7 días, no hay sitio para antes. Según la lógica de la Seguridad Social, para que te puedan atender a tiempo, tienes que preveer cuándo te pondrás malo (es una lástima que yo no tenga capacidad para adivinar mi futuro a corto plazo).

Desde la semana pasada llevaba arrastrando un inicio de afonía, que este lunes se convirtió en mutismo total (no tenía voz, sin exagerar). Así que inocente de mi intenté pedir cita en el médico (y me la dieron para dentro de una semana...). Si trabajara por ejemplo... regando plantas, mi afonía me daría un poco igual. Pero cuando trabajas de cara al público y parte del tiempo por teléfono, digamos que tu voz es algo bastante importante.

Si por la vía ordinaria no me podían atender, decidí que lo harían por la vía urgencia (así que allá me presenté en el centro de salud). El hombre del mostrador me miraba sorprendido a la vez que le escribía mi problema en un papel (sí, se lo tuve que escribir porque cuando digo que me quedé sin voz, es que no tengo nada de voz, ni un susurro). Ese buen funcionario con la mayor tranquilidad del mundo me comntaba que tendría que esperar una semana (sí, eso ya lo sabía). Le expliqué en qué consistía mi trabajo, que así no podía estar y que o me daban un producto milagroso o me daban una baja... De tener que esperar inicialmente 7 días pasé a tener vez para ese mismo día a las 5 de la tarde...

Mi médico (sorprendido conmigo y cabreado profundamente con el sistema de sanidad público por motivos que no vienen al caso), pretendía darme una baja de 15 días. Mi cara de pánico (en parte por darme cuenta de la gravedad del asunto, y en parte por verme volviendo a la ciudad en medio de mis vacaciones, me hicieron renunciar a esa baja (idílica para muchos). Así que prometí y juré y perjuré que haría todo lo que él me mandara, peeeero sin bajas por el medio. El resultado: una laringitis, un cóctel de pastillas y 15 días sin hablar absolutamente nada.

Desde aquí pido paciencia para todos aquellos que me rodean (tanto personalmente como laboralmente), porque lo que al principio puede parecer fácil, ahora se está volviendo una pesadilla (para mi porque tengo que ingeniármelas para comunicarme de la manera más rápida posible, y para los demás porque me tienen que hacer de intérpretes cuando tengo que dirigirme a alguien que está medio metro más allá...).

Mientras tanto intento seguir con mi vida más o menos igual que siempre. He delegado las llamadas por teléfono, contestado a varias solicitudes por mail, y a la última reunión del trabajo he asisitido... con un miniportatil conectado al cañón que proyectaba en la pared (agradezco que eso de la mecanografía se me de bien). El resto del día... tengo conmigo una PDA (también del trabajo) que sustituye a la tradicional y tan socorrida libreta de papel (es que estaba cogiendo complejo por deforestar tanto arbol). En fin, una muestra clara de que las nuevas tecnologías sin lugar a dudas te facilitan la vida.. De todos modos, sigo esperando con ansia que vuelva mi voz, no era hermosa y delicada, pero siendo la única que tienes le acabas cogiendo cariño cuando decide ponerse en huelga.

lunes, 15 de diciembre de 2008

Saber administrar el "no"

Pensaba comenzar este post con esa frase típica de “Hay que saber decir que No”, pero pensando detenidamente en ello me di cuenta de que lo importante no es saber decir no, sino ser capaces de administrar bien esa partícula negativa.


Dicen que hay gente que es incapaz de decir que “no”, parecen estar siempre de acuerdo con todo, da igual lo que les pidas porque nunca obtendrás una negativa por respuesta… Por el contrario, hay otra gente que da igual lo que les vayas a decir, o pedir; su primera respuesta será “no”.


Pues si es malo posicionarse en un extremo o en el otro, es todavía peor ser una mezcla de ambas opciones. Tu mundo se vuelve caótico, no eres capaz de enfrentarte a nada y para cuando quieres reaccionar ya es demasiado tarde (ya has dicho que si/no inconscientemente).


En más de una ocasión me han dicho que cuando se trata de cuestiones personales, tengo el “no” siempre por respuesta. Podría patalear, decir que están mintiendo o que es todo mentira, pero por mucho que me cueste admitirlo: es cierto. (¿Afortunadamente? A nivel laboral no soy así, de lo contrario haría mucho tiempo que estaría en el paro).


Pero vamos a lo que iba ¿por qué digo que “no”? Realmente podría explicar el proceso o las sensaciones que se producen en mi interior: Todo se inicia con una proposición o sugerencia que afecta a mi persona, en ese momento el pasado se viene a tu mente, se combina con el presente y te impide mirar hacia el futuro. Comienzas a congelarte rápidamente, desde los pies hacia la cabeza. Desearías salir corriendo para evitar tener que enfrentarte a esa situación, no tener que contestar o evitar lo que inminentemente va a suceder (saldrá una negativa de tu boca), pero es demasiado tarde: ya estás inmóvil, petrificado o en proceso de congelación, es decir: estático.


No obstante, tu cabeza sigue funcionando, las ideas y pensamientos comienzan a dar vueltas de una manera vertiginosa dentro de tu cabeza, todo a gran velocidad pero sin chocarse unas con otras. Tú sigues ahí, físicamente presente pero mentalmente ausente durante unas milésimas de segundo, evalúas los pros y los contras y cuando te quisiste dar cuenta, articulaste el dichoso monosílabo “no”.


Cuestión de supervivencia (la de no enfrentarnos a todo aquello que nos causa miedo o temor inicial), o cuestión irracional, quién lo sabe. El caso es que habría que aprender a saber administrar el “no” como respuesta.

lunes, 8 de diciembre de 2008

Producto de Temporada

Al igual que en un gran mercado de estos que tanto me gusta visitar, este blog está creado con la intención de poder ir contando o narrando distintos sucesos que van sucediendo en mi vida diaria. No se trata de una especie de periódico en el que de a conocer las noticias de actualidad del mundo (para eso se crearon los periódicos y confío plenamente en la labor de mis amigos periodistas). Se trata simplemente de reflexiones o ideas (que no tienen por qué ser compartidas por el resto del mundo) de aquello que voy viendo en mi día a día. Un blog "impersonalizado" que no necesita de conocimientos previos sobre mi persona para poder entender lo que digo y por qué lo digo. Todo lo que escriba por lo tanto será simplemente el "Producto de esa Temporada".

Al igual que ocurre con los comestibles, ropas, etc, cada cosa tiene su momento y su lugar (por eso siguen existiendo las modas, mal que nos pese). No se trata de una continuación de blogs anteriores (soy de la filosofía de que "el pasado, pasado está"), no tengo la intención (inicialmente) de mantener la filosofía de otros tiempos ni nada por el estilo. ¿Por qué escribiré entonces? Pues porque me apetece, simplemente.

Bienvenidos a todos aquellos que se pasen por aquí, habitualmente o esporádicamente.