domingo, 21 de febrero de 2010

Psicología inversa

No sé como el resto del mundo valora su tiempo en el trabajo, pero desde luego para mí el mío es importante. No soy de tomarme pausas muy largas para el mítico café / zumo / fruta de las 11 (es que llevamos una política de "mens sana..."); principalmente porque todo tiempo perdido ahí va a implicar un retraso en lo que tengo que hacer y que tendré que recuperar más tarde. Eso sí, en una política no expresa.

He de agradecer el no tener un excesivo control horario: no tengo que fichar al entrar, si necesito un par de horas una mañana nunca me han pedido justificantes (aunque suelo llevarlos), ¿que no puedo quedarme una tarde de las que me corresponde? Lo digo con antelación, pero sé que no me van a pedir explicaciones. Y entonces ¿donde está el truco? Pues precisamente en los pactos no explícitos, en la "confianza en los trabajadores".

Generalmente tengo que rendir cuentas cada X tiempo, y saben que mi trabajo va a estar hecho, por lo que si hoy salgo dos horas antes seguramente sea porque esa semana si hace falta me voy a quedar ocho horas de más (de hecho la frase mítica de mi máximo jefe es "no me des explicaciones, sé que las cosas van estar" --> lo que se traduce en "vete, vete, que ya te llevarás el trabajo a casa si hace falta"). Evidentemente esas horas "no existen" y por lo tanto no se cobran en metálico --> y aquí que nadie piense mal, es que yo las suelo compensar por días libres que disfruto cuando necesito.

Y realmente el no tener un control estricto ¿funciona?. Pues al parecer sí. Y es que esto es como cuando llegas de borrachera a casa con 15 años y esperas un castigo de tus padres que durará al menos hasta que te jubiles... Sin embargo tus padres (que todos parecen haber hecho un curso de psicología inversa) no te regañan y tu vives en tensión todo el día esperando "el momento" aunque en su lugar sólo percibes el silencio.

Hace cosa de unos meses hablaba precisamente con un amigo de este tema: el supuesto no control. En su institución se dedican a la investigación, y con eso de que "la ciencia es la ciencia" entienden que por ejemplo para un experimento las células tienen su propio ritmo de crecimiento, que los reposos de determinados componentes son los que son, y que la "inspiración" no está disponible siempre de 8 a 3. Así que simplemente tienen un determinado número de horas que tienen que cubrir a la semana... ¿y la gente lo hace? Pues por increíble que parezca, sí (también es verdad que no estamos hablando de España, igual eso influye). En más de una ocasión me he encontrado en la situación de estar tomando algo con ellos y a esto de las 9 de la noche escuchar: "me voy un momento al laboratorio que tengo unas células creciendo" (y claro, no antender a las células puede suponer perder un experimento de dos meses) o oír la puerta alas 6 de la mañana porque acababa de encontrar la solución a algo que le llevaba meses rondando en la cabeza. Sorprendentemente a finales de semana todo el mundo ha hecho 10 horas más de las determinadas. En España la frase que oiríamos sería: "me voy un momento que tengo que ir a llevar a los niños a las actividades" y a las 6 de la mañana lo único que escuchas son ronquidos o voces de borrachera.

Y repetimos ¿el truco? ¿podría empezar a tomarme horas libres así sin más?. Pues está claro que no, ya que en el fondo tras ese aparente "laissez faire" todos tenemos cierta supervisión: es decir, si cualquiera de nosotros estuviera de baja continuamente, no apareciéramos en una semana, o si los lunes empezaran a convertirse de manera sistemática en un día más del fin de semaa...; sabemos a ciencia cierta que "Gran Hermano" nos llevaría a un despacho, nos daría un buen toque de atención y pasaríamos a estar en el punto de mira de "próximos despidos". Que no nos vamos a engañar, en mi "maravilloso" mundo también hay quien le echa mucha cara y quien a causa de eso dura bastante poco. A mi por el momento ser "legal" me ha venido bien.

Y ahora voy a adelantar unas cosas que necesito para el lunes, ya que el viernes lo tuve que pasar aparentando delante de un gilipollas (nombre genérico para cualquier representante político) para recibir una "palmadita" en la espalda, escuchar que todos somos magníficos en nuestro campo, un poco de campaña electoral, y que el dinero que hay es el que hay. Sólo le quedó decir: "y con eso haga usted el mismo trabajo pero de saldo, que estamos en recesión por culpa del gobierno, y el pueblo llano ha de apretarse el cinturón" aunque por la cara que ponía seguro que lo estaba pensando. Sinceramente, perder mi tiempo en estas cosas me pone de mala leche.

2 comentarios:

Ezne dijo...

En aquellos tiempos en los que trabajaba (aynsssssss) y no era garrapata del Estado, durante los 9 años que he estado en la misma empresa me ha funcionado así de bien, yo me tomo la tarde libre para cualquier cosa (o una hora, en definitiva... lo que sea...) pero mi jefe sabía que mi trabajo estaría hecho y que lo recuperaría con otro día, o en otras horas.

Creo que si la gente fuese "legal" se entendería que la productividad mejora cuando tienes la tranquilidad de no sentirte "esclavo" y saber que estás atado a tu silla hasta la hora de la fruta y etc.

Un beso!

Rony dijo...

Sí, a veces es como estar nuevamente en el colegio: la profe siempre tiene la razón, si quieres hacer pis aguantas hasta el recreo y quien no acabe los deberes se queda castigado por la tarde una hora más.

No sé si es verdad eso de que aprendemos durante toda nuestra vida, ¡pero el colegio desde luego no lo abandonamos!